Bienvenidos a nuestro pequeño rincón de fantasía donde la imaginación se convierte en el instrumento más valioso y los sentimientos cobran vida en los personajes de nuestras historias. Echad un vistazo y juzgad como os parezca. Ante todo, buscamos un diálogo con nuestros lectores, que compartan sus opiniones, que sugieran temas sobre los que escribir y que, si encuentran inspiración se animen también a escribir. Porque no hay nada más bonito que poder expresar tus emociones y que otros compartan los suyos contigo. Así que adelante, tiraos a la piscina.

30/12/13

Todo lo pasado

Adiós a otro año. Uno en el que han habido cosas buenas y cosas malas, como en todos. Tal y como debe ser. Uno con tropiezos, risas, relaciones fallidas, pasión, amistad... Tantas cosas que es prácticamente imposible recordarlas todas. Pero el año que viene, estoy decidida a que sea mi año. El año de la madurez, de la seguridad, de la libertad. El año de la amistad, el que será decisivo para determinar el futuro de todos. Tanto juntos como separados. El año en el que espero llegar a completar la transformación hacia mi nueva yo. Será un camino costoso, lleno de tropiezos (que estaré esperando ansiosa) e interminable; porque es un viaje que confío dure muchísimo tiempo. No creo que haga falta que lo repita ya que creo que es obvio, pero por si acaso: no lo quiero hacer sin ellos; mis ayudantes, mis psicólogos, mis payasos, mis hermanitos. Mis amigos. Los mejores que se puede tener y que tengo el privilegio de tener para mi disfrute. Ésta insignificante parte (comparada con vuestra dedicación y el hueco que ocupáis en mi pecho) está dedicado íntegramente a vosotros dos:
Gracias por dejarme pasar cada uno de esos instantes a vuestro lado. Gracias por aconsejarme, por ayudarme, por apoyarme y por no hacerlo cuando no tengo razón en algo. Gracias por entenderme, por no dejarme nunca. Gracias por todos estos años juntos y por los que espero que nos queden. Gracias por los retos, las bromas estúpidas, las risas sin sentido, los abrazos que no hace falta pedir, los regalos, las fiestas...Gracias por infinidad de cosas que no se pueden cuantificar y que no sé como agradeceros. Gracias por reíros en las bromas que hago en las que no se ríe nadie. Algo que siempre he tenido muy claro es que no quiero perderos; me niego a hacerlo. Quiero recordaros siempre, y que cuando sea una viejecita vea fotos y palabras que me ayuden a hacerlo. Porque no quiero perder absolutamente nada de esto. Y espero que vosotros tampoco queráis.

26/12/13

Ley de vida.

Soy de esas personas que lloran por casi todo. Cuando están tristes o hay algo que no es como ellos pensaban que sería. Cuando ríen tanto que simplemente las lágrimas salen. Cuando hay algo que les da rabia o no saben cómo solucionar. Cuando están felices, sensibles, o solos.
Yo antes lloraba casi diariamente. Era como una especie de hábito. Lo hacía porque(ahora estoy completamente segura) me gustaba una persona que no podía tener. En verdad, lloraba continuamente. Debería haberlo parado antes; no fui capaz. Me he dado cuenta de que una gran mayoría de personas somos masocas por naturaleza. Al haber algo que nos duele lo recordamos sin parar. Haciéndonos más daño. Ahora lo comprendo. Ahora que estoy fuera, lo veo.Hace más o menos cinco meses que eso ya no me pasa. No lloro por esa persona. Ya no más. Y espero no derramar ni una sola lágrima más por dicha persona. Nunca.
Me gusta llorar. Me gusta porque es una forma de sacar todo lo bueno, lo malo; todo. Todo lo que uno tiene dentro. Es necesario renovar sensaciones y sentimientos. Desechando antiguos y acogiendo nuevos. Ese es el sistema que sigo. Desechar, acoger. Desechar, acoger. Esa es la vida. Esa es mi ley de vida.

24/12/13

Una máscara de luz

Me siento vacío. Frío por dentro y por fuera. Helado de pies a cabeza. No sentir nada me consume. Me arrastra hasta el profundo pozo que es ahora mi corazón. No puedo llenarlo con nada. Nada le es suficiente. Nada es capaz de ocupar un hueco tan grande...
Y siento como si estuviera inmerso en el fondo de un lago sobre el cual el sol se ve reflejado. Desde arriba es todo luz, reflejos de un paisaje idílico. Pero nadie se sumerge en él para ver lo que hay debajo. Nadie puede ver lo vacío que se encuentra. Lo solo que me siento rodeado de la nada y disfrazado por unos haces de luz.

20/12/13

El motivo de mi sonrisa ("Stop Racismo")

Me desperté en un día triste. Todos me lo parecían. Una por una fui haciendo todas las tareas que tenía por costumbre hacer tras levantarme. Cada cual más monótona que la anterior. Como una autómata me preparé el desayuno, abrí las ventanas, me puse lo primero que cogí en el armario y, por último, entré al baño. Me lave la cara, los dientes... y en todos estos movimientos evité mirarme al espejo. Cuando acabé me coloqué frente al lavabo con la vista baja, temerosa de levantar la vista y encontrarme con la persona que había arruinado mi vida. Mi corazón comenzó a latir cada vez más deprisa. Sentí la presión en el pecho y el miedo palpitando en mis venas. Levanté la vista. Mantuve la mirada fija en aquel rostro, tan diferente al de los demás, asombrada por ser capaz de aguantarme la mirada. Conforme pasaron los primeros segundos ese asombro se transformó, poco a poco, en un profundo malestar, es asco y por último, en odio. La rabia me dominó por completo. Con una respiración cada vez más entrecortada cerré las manos convirtiéndolas en puños. Apreté tan fuerte que las uñas se clavaron en la carne y noté como la humedad de la sangre brotaba de palmas. Grité presa de la desesperación e impacté mi puño contra el cristal del espejo. Cientos de pedazos cayeron al suelo desquebrajándose. El espejo ya no era un espejo sino una red de finas fisuras semejante a la tela de una araña, salpicada de rojo en algunas partes.
  • ¿Por qué?- me preguntaba continuamente en mi cabeza.- ¿Por qué me hacen esto?

Las vendas de la mano me apretaban demasiado pero me aliviaba la idea de que tal vez ese dolor me ayudase a ignorar el miedo. Volví la vista atrás. No había nadie. Solté el aire despacio e inspiré. Repetí el proceso unas cuantas veces más. No quería preguntarme que pasaría cuando mi padre llegase a casa y encontrara el espejo hecho añicos. No quería pensar en que me podrían estar siguiendo ahora mismo. Volví la vista atrás de nuevo. Nadie. Nerviosa, aligeré el ritmo pero en cuanto reflexioné sobre a donde me dirigía aminoré el paso. El instituto no me pondría a salvo. En el momento en el que ponía un pie fuera de casa no conseguía respirar tranquila.
Pronto doblé la esquina que llevaba a mi instituto. Miré el reloj: hacía cinco minutos que había sonado el timbre. Sin embargo, no me alarmé ni empecé a correr para llegar a clase. Todo lo contrario, fui lo más despacio que pude. Me parecía demasiado pronto. Desde hace unas semanas eso era lo que hacía todas las mañanas. Era la mejor forma de evitar a los compañeros de clase. Empecé a subir las escaleras y la espalda comenzó a dolerme. El recuerdo de mi pequeño "tropiezo" en ellas era todavía reciente. Llegué por fin a la puerta de clase y con un nudo en el estómago golpeé con los nudillos de la mano buena en la madera.
  • Adelante- dijo alguien detrás de ella.

Sonó la sirena que daba fin a las clases y tan rápido como pude cogí la mochila y me dispuse a salir de allí.
  • No tan deprisa señorita Hale. Quiero hablar con usted.
  • Perdone señor, yo...
  • ¿Tiene prisa por llegar a algún sitio?
  • Em.. no señor- respondí resignada y me acerqué a la mesa.
  • Le ha comentado a sus compañeros- comenzó en voz alta dirigiéndose a todos los presentes para mi consternación - lo baja que está en todas las materias del curso? ¿Acaso requiere de un trato especial y no se me ha consultado primero?- su pregunta fue seguida de un coro de risas y acompañada de una sonrisa torcida en su feo rostro.
  • ¿Puedo irme ya?- dije con la voz entrecortada y lágrimas en los ojos.
  • Si, puede irse.
Abrí la puerta de un empujón y fui corriendo al baño de señoras donde me metí cerrando de un portazo y comencé a llorar.
Estuve un buen rato. Ya que no saldría la primera, saldría la última. Entorné la puerta y me asomé. Los pasillos estaban vacíos. Salí del baño y tan solo había dado dos pasos cuando una mano me agarró del pelo y me estiró hacia atrás. Grité y un puñetazo fue a parar directamente a mi mandíbula.
  • Calla puta negrata.
Alguien me agarró por la espalda mientras Pedro, que me había dado el puñetazo, me asestaba otro golpe; esta vez en el estómago. Aullé de dolor y me doblé hacia delante tosiendo.
  • ¿Qué está pasando aquí?- Preguntó una voz lejana.
Empezaba a marearme. Los brazos que me sujetaban me soltaron y caí al suelo. Pude oir como los dos chicos se alejaban corriendo del lugar. Una mano me tocó el hombro y me ayudo a ponerme derecha apoyándome en la pared.
  • ¿Estás bien? ¿Te han hecho daño?
  • Estoy bien – dije con un hilo de voz.
  • ¿Qué ha pasado? - Sonaba preocupado. Me resultaba extraño que alguien se preocupara por mi. Pero no podía decir nada. Tenía miedo.
  • Nada, no ha pasado nada.
Traté de ponerme en pie pero perdí el equilibrio. El hombre me sujetó y evitó que volviera a caer. En ese momento, pude fijarme en su cara. Era joven. El nuevo profesor de lengua. Me gustaba porque nunca me había dicho nada por llegar tarde.
  • Puedes contármelo. - Bajé la vista y no respondí.
  • Tara, no te preocupes, yo me encargaré.- me giré y le miré asustada.- En serio, no dejaré que te vuelvan a hacer daño.
  • Vamos, te llevaré a casa.
Me llevó a casa y lo volvió a hacer día tras día. Consiguió cumplir su promesa, no dejó que volvieran a hacerme daño. Al menos, hasta que yo misma fui capaz de defenderme y plantarles cara. Hasta que me di cuenta que no había razón para que gente como aquella tratara de hacerme sufrir. Encontré la manera de sonreir al levantarme por las mañanas y eso nunca nadie logró quitármelo.


16/12/13

Yo y mi bipolaridad

Llamadme bipolar si queréis; pero es en situaciones así en las que no se puede mantener la misma opinión acerca de una persona. Me he enterado de un cosa. Algo que te deja en muy mal lugar, créeme. Que ha hecho que me dé cuenta de cómo eres en realidad. De esos momentos en los que empiezas a plantearte el hecho de que por más que estás con alguien, por más momentos que viváis, nunca llegarás a conocerle completamente.
Esta vez he pasado de querer abrazarte ayer a no poder verte hoy. A sentir una rabia y un desconcierto desorbitados. Porque si antes podía llegar a entender tus motivos; ahora me cuestiono qué es lo que pasa por la mente de una persona para plantearse siquiera hacer algo así. Se me ocurren varias respuestas, pero desde luego la que más papeletas tiene es: ser una persona egocéntrica e incluso con unas pinceladas de mala intención.A pesar de que todo en este mundo es tan relativo; ya que, el amor que decías sentir hacia mí ha acabado siendo una pura farsa.
La moraleja a la que llego es la siguiente: nunca creas conocer lo suficiente a alguien. Y como pienso que hay que aprender de todo lo que nos pasa en la vida; yo, a partir de ahora, sé que no tengo que confiar más en tu palabra. Así que supongo que debería darte las gracias por hacer que me diese cuenta de esto cuanto antes.

11/12/13

Se acabó

Hemos terminado. Has tomado la decisión que creías correcta. Me obligo a pensar que es lo correcto de verdad. Siento que es injusto, insensible y egoísta por tu parte; pero la cuestión es que ya lo has hecho. No hay vuelta atrás. Has decidido tomar un camino e impedirme ir por el mismo, obligándome a ir por otro. Aún así no puedo evitar querer abrazarte ahora mismo hasta que nos cueste respirar. Tan sólo disfrutándolo, sin besos. Haciendo desfilar por nuestras cabezas los momentos juntos. Dejando que surjan las lágrimas, ¿por qué no?
Pero tanto tú como yo sabemos que nada de eso borrará nunca tus palabras; que el dolor no desaparecerá hasta que salga el sol de un nuevo día; y que los sentimientos -mis sentimientos- seguirán siendo los mismos que fueron. Que son. Porque darse cuenta de que quieres más de lo que pensabas a alguien cuando sufres por esa persona, no se lo recomiendo a nadie.

10/12/13

La quiero.

Arrugo el papel y lo rompo en pedazos. Ya van cuatro así y se van acumulando en la papelera. Cierro los ojos y lo vuelvo a visualizar. Los abro y deslizo el lápiz sobre un nuevo folio de papel. Dibujo el contorno de la cabeza, una fina linea de la nuca a la barbilla. Pequeños trazados donde irán los ojos, la nariz y la boca. Esos labios... ¿Cómo se puede plasmar esa perfección? Muy fácil, no se puede. Horas frente al papel y lo único que he conseguido son tristes bocetos, meras sombras de algo que posee luz propia. Me regaño a mi mismo por no saber hacerlo. No puedo pensar en otra cosa, en nadie más. Tengo su imagen grabada a fuego en mi mente y, sin embargo, soy incapaz de llevar esa imagen al papel. Desde pequeño he dibujado todo tipo de cosas, reales e imaginarias ¿Qué cambia ahora? Tan solo son lineas, luces y sombras. Sigo dibujando mientras repaso cada uno de sus rasgos, de sus defectos, de sus virtudes, de cada imperfección que la hace más perfecta todavía:
Unos ojos de un azul intenso, con una profundidad que ni los buceadores más expertos se atreverían a alcanzar. Yo, en cambio, me sumergiría sin pensarlo en ese mar y vería todo lo que se esconde detrás. Unos labios ardientes, anhelantes, deseosos, hambrientos, guardianes de las dos palabras claves que abren mi corazón... Ya he terminado. Levanto el papel y sonrío y con un fuerte tirón lo rompo por la mitad. Por fin lo he entendido. No puedo igualar algo único. No puedo plasmar el amor que siento, demasiado grande para caber en una finísima hoja de papel.

Bajo la lluvia

Bajo la lluvia, siento el agua helada discurrir por mis mejillas llevándose consigo el poco calor que me queda. No puedo pensar en nada. Y lo agradezco. Una hora atrás hubiera hecho cualquier cosa por acallar los pensamientos que se agolpaban en mi mente y cuando por fin logré ponerles fin saliendo a la calle a correr bajo la lluvia me sentí bien, liberado de la tortura del que había sido víctima. Cada centímetro de mi piel grita y se estremece y es ese dolor el que me distrae y me ayuda a dejar de pensar. Odio la forma en que han acabado las cosas. Después de todos los momentos que pasé a su lado, de todo lo que compartimos, incluidos los sueños y planes que habíamos hecho ¿ Dónde ha quedado todo eso? Me culpo por todo lo que ha pasado, algo he hecho mal... ¿ Que podría haber cambiado si hubiera sabido lo que iba a pasar? ¿Hubiera arreglado algo? Quiero creer que puedo hacerlo mejor pero lo cierto es que dudo que alguien sea capaz de amarme, de quererme de manera incondicional, de permanecer conmigo a pesar de todo. Por mucho que me esfuerce eso es y será así por siempre. No sé si ahora mismo estoy llorando porque las lágrimas se confunden con las gotas de lluvia. Pero eso da igual. Siento como si toda la lluvia fuera fruto de mis lágrimas; Todo ese dolor y frustración convertido en agua.

6/12/13

Problemas

Los problemas empiezan. En realidad ya habían empezado, pero no quería verlos. Ahora me debato entre la idea de seguir con esto o de si es mejor dejarlo. Sé que es poco tiempo y tengo miedo de hacer algo precipitado y luego arrepentirme. Necesito parar y pensar en ello unos días. No es un buen momento, pero ten por seguro que lo voy a hacer. Y cuando lo haga, será duro. Tanto si es para bien, como si es para mal. Cada vez que pienso en ello me come más por dentro. Sé que si tomase la decisión ahora sería un acto impulsivo y puede que equivocado. Así que no lo haré. Estoy segura de que no es eso lo que debo hacer. Esperaré a estar preparada.

12/11/13

Desesperación

Esto se me está yendo de las manos. Está llegando demasiado lejos, no le estoy parando los pies. Ahora es como un caballo desbocado que no tengo ni la menor idea de cómo parar.
Voy de mal en peor. Lo más gracioso de todo es que no aprendo nunca y que siempre tropiezo en lo mismo. Tropiezo y me hundo. Y cada vez que pasa, vuelve a repetirse la historia. Como si fuese un déjà vu. Siempre.
Creo que necesito ayuda. Pero estoy perdida, estoy sola en esto. Eso es lo que siento. Igual que siento rabia y dolor. Aunque el dolor siempre gana. Quiero enterrarlo. Profundo. Pero no, ahora no. No soy lo bastante fuerte. Cuando llegue el momento en el que esté preparada, lo sabré.

5/11/13

Cuentos de hadas

No conozco del amor más que sufrimiento y dolor. Cuantas veces he deseado amar y ser amada y cuantas veces he pensado en lo imposible que es que estas dos cosas se den a la vez. Y aun así, a pesar de los duros golpes que me han dado ¿Esperas que crea, como si de un cuento de hadas se tratase, que mi príncipe azul vendrá cabalgando en su hermoso corcel y que me llevará lejos, muy lejos, a cualquier parte donde viviremos felices por siempre jamás? Ni cambiando al apuesto príncipe por un joven de a pie, ni el hermoso corcel por una moto de taller, ni ese "a cualquier parte" por un pequeño apartamento en el centro conseguiré ver esto más probable. No existen dos personas predestinadas a estar juntas, no existen los besos verdaderos que curan cualquier enfermedad o hechizo. Lo que daría por conservar un poco de esa edad cuando todo parecía posible, cuando para viajar a ese lugar donde los sueños se hacen realidad bastaba con cerrar los ojos.

Se mia.

Todavía recuerdo la primera vez que manché mis manos de sangre. Nunca has experimentado nada igual. Tan solo probando un baño de sangre como aquél tendrías derecho a hablar de placer. El continuo borboteo manando de la herida del cuello. El más primario de los instintos empujándote a beber más y más de tu presa, de someterla a tu voluntad. Tener el poder de decidir sobre su vida o su muerte. ¿Eres capaz de imaginártelo? Yo te ofrezco eso y mucho más: la vida eterna. Innumerables momentos y experiencias. Te enseñaré todo lo que se esconde a los ojos de los mortales, todas sus limitaciones a las que no volverás a hacer frente. Elígeme a mi y jamás tendrás que preocuparte por nada. Vivirás enteramente para satisfacer hasta tus más oscuros deseos. No dejes que el miedo a lo desconocido te nuble la vista. Yo te guiaré en las tinieblas hasta que tu misma seas capaz de avanzar entre ellas. Entrégate a mí completamente mi amor y te juro que nunca, en tu eterna vigilia, te arrepentirás de tu elección.

28/10/13

Paciencia

Aquí estamos. Tu y yo. A tres centímetros de tu boca. Compartiendo el aire, respirando juntos. Sin nada a nuestro alrededor. Nada que nos distraiga. Admirando tus pupilas detenidamente; viendo como, en un solo segundo se dilatan hasta casi hacer desaparecer el iris. Sintiendo la tirantez, la atmósfera que creamos cuando estamos juntos. La tensión sexual que aún no hemos resuelto. Sin dejarte mover un solo músculo de tu cuerpo (excepto si es para poner tu mano sobre mi cuello y acercarme la cabeza más a ti). Queriendo estar así todos los minutos, horas, días, meses, años que sea posible. Sin necesitar nada más, pero al mismo tiempo, deseándolo. Esperando, quietos. No, todavía no. Paciencia. Puede incluso que no llegue a hacer falta. Y cómo en el resto de cosas: sin prisa, pero sin pausa.

24/10/13

Desata la venda

Sabes cómo eres. No intentes engañarte. Eso sólo funciona un rato, luego la realidad te da una hostia con la mano abierta en toda la cara. El espejo no engaña. Nunca lo hace. No es la luz ni el ángulo lo que te hace ser así, aunque intentes decirte eso a ti misma. En el fondo te lo mereces. Estúpidas apariencias; piensas. Que le jodan a lo que piensen los demás de mí; te dices al mismo tiempo. Pero reconoce que, siempre te vas a preocupar por eso, que vas a odiarte cada día que pasa, cada vez que pases por delante de un espejo. No te engañes, es inútil y agotador. Deja de ponerte una venda en los ojos y, en lugar de eso, ábrelos. No digo que entonces las cosas vayan a ser más fáciles, por supuesto que no. Sólo digo que entonces comenzarás a darte cuenta de las cosas y podrás arreglarlas. Cambiarlas. Porque obviamente tienen que cambiar. Quizá así podrás sentirte bien y segura contigo misma. Quizá y solo quizá.

23/10/13

A mi principe

No puedo describir algo que apenas ha comenzado, que parece escurrirse entre mis manos, que no tiene forma ni se ha consolidado. Aun así, puedo decir que por poco que sea, por efímero que parezca, aunque tan solo se quede en lo que es ahora: un comienzo, es algo que llevaba mucho tiempo esperando. Me gusta ese pequeño y a la vez tan grande cambio en mi vida. Me hace ver las cosas de diferente manera, bajo otra perspectiva. Como si ahora lo viera todo desde un punto más alto y con más claridad. Y debo decir que las vistas desde aquí son estupendas. No sé cómo acabará. Ni siquiera sé cual será el siguiente paso. Pero hay algo en esta incertidumbre que me atrae de una forma que no puedo explicar. Como si sintiera que todo fuera posible, que cualquier cosa puede pasar. Me da igual tener una sonrisa tonta de vez en cuando en los labios porque eso significa que estoy pensando en él y en el tiempo que hemos estado juntos. Y esto es, sin duda, mi recuerdo favorito del día.

8/10/13

Mar de lágrimas

¿Alguna vez sientes que esta vida que te ha tocado no te corresponde? ¿O más bien que tu no quieres estar en ella?
Así es como me siento yo.
No me siento en mi sitio y es por esa razón que no logro verme en el futuro. ¿Qué vida tendré si la que quiero no es posible? ¿Qué vida tendré si aunque me esfuerce no podré cambiar nada? E incluso si sale bien, si consigo encontrar a alguien, alguien que me comprenda, que de verdad me entienda, que sepa amarme y yo le ame. Tendré que sacrificar mucho por eso. No espero que lo entiendas pero es así. Todo en lo que había pensado hace unos años, en esa edad cuando soñabas con ser alguien en el mundo, ser alguien especial, en esa época en la que creas un futuro, con un trabajo y una familia, hijos... todo cambia. Llega un momento el que no puedes negar lo que eres y todo tu mundo se viene abajo. Todos tus sueños ya no son posibles. Y no me refiero a esos sueños en los que nos convertimos en astronautas, en futbolistas, en superhéroes, en el rey del mundo... sino a los más sencillos, a los que, en definitiva, resumen tu vida. A los sueños que posiblemente se harán realidad pero que si eres alguien como yo se esfuman. Un día los tienes entre tus manos y al día siguiente todo ha desaparecido, ha dejado de existir. Y en su lugar solo queda un mar de lágrimas y de confusión del cual nadie te puede ayudar a salir, del cual estas destinado a estar el resto de tu vida. Esto podría sonar un poco melodramático pero si de algo estoy seguro es de que así será. Puede que consiga olvidarlo, que lo deje apartado después de haberme cansado de darle vueltas y más vueltas pero seguirá estando. Seguiré hundido en el mismo mar. Me niego a pensar que ahí acaba todo, me niego a creer que no conseguiré ser feliz y es, eso en definitiva, lo que me hace seguir adelante. Puede que, aun teniendo que sacrificar la vida que había elegido consiga encontrar algo de felicidad. Y lo creo de verdad, quiero creerlo porque... ¿qué sentido tiene entonces vivir?

5/10/13

Un nuevo renacer.

Me siento mal. Pero no es por dolor de tripa ni de cabeza ni nada por el estilo. Es algo mucho más hondo. En el pecho. Y lo he sentido esta mañana; pero se me ha quedado estancado, como un clavo ardiendo. También me siento tonta. Tonta por haber creído en algo que no existía. Tonta por confiar tan ciegamente en una persona. Tonta por este tremendo batacazo que me he pegado y más aún, sabiendo que me lo podía dar. Y por no haber estado preparada. Lo tenía delante de mi nariz y me quedé embobada mirándolo, sin moverme, sin reaccionar.
Pero ahora ya no hay vuelta atrás. La verdad es que, prácticamente he sido yo la que me he tirado al vacío. Sin paracaídas. Y como es normal, las consecuencias han sido trágicas. Ahora sólo queda esperar. Aguardar pacientemente el renacer de algo nuevo. De un nuevo yo. Alguien que haya aprendido de esta situación. Alguien fuerte, que sepa que puede con esto y con mucho más. Que tenga la certeza de ello.


Ya soy yo de nuevo. No ha pasado demasiado tiempo, pero parece que todo vuelve a la normalidad. Toca esperar a la siguiente recaída. Que la habrá. Estoy segura de ello. Tiene que haberla.

30/9/13

Una vida feliz: Parte II

Me meto en la cama con cuidado, procurando no hacer ruido para no despertarla. Si es que duerme. A no ser que, como a mi, todo esto la mantenga en vela, durmiendo escasas horas por las noches. Me coloco boca arriba mirando al techo. Solo la luz que se cuela por la ventana me permite ver de forma difusa la habitación. Sara está tumbada de lado dándome la espalda evitándome todo lo que le es posible. No quiere saber nada de mi. Me duele tanto que me llevo la mano al pecho. Noto la presión, como un martilleo incesante, una suplica desesperada. Mi corazón ansía su amor por encima de todas las cosas. La estoy perdiendo y no se que hacer para evitarlo. Me ve como a su enemigo, un "asesino"- pienso recordando sus palabras-. La quiero, la quiero tanto que su pérdida se me hace impensable.¿Es que no lo ve? Solo intento salvarla...
Cree que soy un monstruo. Y tal vez lo sea si eso significa querer a mi mujer tanto como para hacer cualquier cosa por ella. "Matar a nuestro hijo"- ¿Estoy dispuesto también a hacer eso? Suena tan horrible que no puedo plantearlo de esa forma. Pero no hay manera de enmascararlo. Abortar significa acabar con la vida de nuestro pequeño. Una vida en desarrollo creciendo dentro del vientre de mi esposa. Nuestro futuro bebé, nuestro hijo. En mi mente aparece un niño de unos dos años de mofletes regordetes y sonrosados y de ojos grandes y azules, como los de Sara. Ahora los tiene achinados de tanto sonreír y corretea por la casa. Mira de vez en cuando hacia atrás comprobando que le siguen persiguiendo. Soy yo el que corre detrás de él y en cuanto tengo oportunidad lo cojo y dando vueltas lo abrazo mientras reímos juntos a carcajadas. La miro y una lágrima cae por mi mejilla. "Oh Sara, he estado tan ciego. Tampoco yo puedo hacerle eso..."

Entro a casa como una exhalación cargado hasta los topes. Por primera vez en mucho tiempo vuelvo a recuperar el ánimo, la esperanza de que todo va a salir bien. Me he convencido de ello. Paso por delante del sofá donde encuentro a Sara tumbada. Me agacho como puedo y le doy un beso en la base del pelo. Me dirijo a la mesa y descargo todas las bolsas.
-Bff nunca pensé que ser padre fuera tan sacrificado- bromeo sonriéndole- Me he recorrido todas las tiendas de la ciudad.- Abro las bolsas de una en una revisando que está todo.
- Pañales, polvos de talco... Madre mia, necesitaremos un armario nuevo para todas estas cosas.- Llego a la última bolsa de la que extraigo una pieza de tela azul marino. Me vuelvo hacia Sara con una sonrisa de oreja a oreja.
- He comprado esto en una tienda especializada de por aqui cerca: Lencería femenina premamá ¿Qué te parece? ¿Te gusta? Igual es un poco atrevido... Le dedico una de mis enigmaticas miradas y curvo los labios hasta formar una media sonrisa.
- Interpretaré eso como un si - Está mirándome boquiabierta. Sin duda le ha sorprendido. Se levanta despacio y examina, una por una, el contenido de las bolsas.
-¿Qué es esto?
- Todo lo necesario. Tenemos que estar preparados para la llegada del bebé- Me mira asombrada con los ojos abiertos como platos. No sabe que decir.
- Mira Sara, sé que me he portado como un imbécil estos dias. Ni si quiera me paré a pensar en lo que querías tú. Ahora lo entiendo, entiendo como te sientes.- Me acerco un poco más para cogerle la mano y poner ambas sobre su vientre.
- Este niño nos necesita y nosotros a él. Haremos lo que haga falta para mantener esta familia y lo haremos juntos. Siempre juntos...
Ambos nos quedamos muy quietos. Ahora todo depende de ella, de su respuesta, y mientras espero me siento como suspendido a cientos de metros sobre el suelo, preparado para la inminente caida. Los segundos se me hacen eternos y tan solo puedo mantener mi mirada fija en la suya. En esos ojos azules como el mar que me atraparon desde el primier día; el recuerdo vivo de que, como el océano, nuestro amor se extendería hacia el horizonte, interminable. Deseo recuperarla, abrazarla, besarla... Sus labios están tan cerca que inclinándome levemente hacia delante los rozaría. Por eso cuando por fin veo movimiento en ellos suspiro de puro alivio. Piensa decir algo pero los vuelve a cerrar e inesperadamente se pone de puntillas y me besa pasando sus brazos por encima de mis hombros y enredando sus dedos en mi pelo. Le respondo rodeándole la cintura y acariciendole la cadera. Unos momentos después deja de besarme y me abraza acercándose a mi oido.
- Te he echado de menos- Me susurra.
La aprieto contra mi e inspiro en su cuello. Yo también la he echado de menos. Más de lo que habría imaginado.
- Te quiero.
- Y yo a ti.

Me seco las manos en los pantalones. No es que necesite hacerlo, es más bien un movimiento nervioso. Miro a ambos lados del pasillo. No hay nadie ¿Cómo puede no haber nadie? Es un hospital. Esto tendría que estar hasta arriba de gente. El silencio no ayuda a calmarme: mis pensamientos ganan demasiada fuerza nublándome el juicio. Esta espera es insufrible. Me quedo observando la pared de enfrente: blanca y azul como todo en este lugar; son unos colores muy frios... me cruzo de brazos para mantener el calor. Estoy helado. Era de esperar que las cosas salieran mal. Tendrían que haberla llevado a quirófano desde el principio. Una cesárea preparada y no de emergencia. "Oh dios mio, que todo salga bien por favor, que todo salga bien..."
Las puertas se abren y aparece un hombre de unos cuarenta años con el pelo oscuro y mirada cansada. Se aparta la mascarilla con cuidado y tras echar un vistazo a la sala vacía se dirige a mi. El corazón me late muy deprisa y suena tan fuerte que por un momento temo no poder oir lo que el doctor me vaya a decir. Se para frente a mi.
- ¿Es usted el marido de Sara Prieto?
- Si soy yo- respondo de forma apremiante.
Todo ha salido perfectamente. Enhorabuena, su bebé goza de muy buena salud.
Expulso el aire suavemente de mis pulmones. No me había dado cuenta de que lo estaba conteniendo. Me relajo visiblemente. Todo ha salido bien.
- En cuanto sea posible la trasladaremos a la planta 7. Una vez allí pregunte a las enfermeras por el número de habitación. Su mujer está muy sedada pero pronto estará plenamente consciente y podremos llevarle al bebé- Asiento. Apenas puedo contener la emoción y mis únicos pensamientos van dirigidos a reencontrarme con mi mujer. Abrazarla y dar la bienvenida a nuestro hijo.

¡Felicidades! Es una niña guapísima- nos dice una joven enfermera que nos entrega a la pequeña con una gran sonrisa. Está envuelta en suaves sábanas blancas y su carita asoma por entre los pliegues. Está dormida con la boca ligeramente entreabierta y su pecho sube y baja suavemente. Voy hacia la cama para sentarme en el borde y me inclino lo bastante para dejar al bebé en el regazo de Sara. La sujeta con el brazo y utiliza la mano libre para acariciarle la cabecita.
- Hola pequeñina- le dice y en ese mismo momento abre los ojos como si hubiera reconocido la voz de su madre. Las lágrimas comienzan a caerle por las mejillas y solloza.
- Oh cariño, es... es preciosa. Y es nuestra. No puedo creerlo... ¡Somos padres!- dice como si hiciera falta recalcarlo. Y después de todo lo que hemos pasado tampoco yo acabo de creérmelo. Aparto las sábanas para verle mejor la cara y se me encoge el corazón. Sara tiene razón: es preciosa. No puedo quitarme la sonrisa que se me ha dibujado en el rostro ni tampoco que las lágrimas, hasta ahora contenidas, fluyan libremente fruto de la alegría. Me vuelvo hacia Sara y le doy un beso apasionado en los labios...
A partir de ahora todo será más fácil -pienso pero tras sopesarlo un instante me retracto- No será fácil. Lo sé . Porque por cien momentos geniales aparecerá uno que no lo es tanto, uno que nos quite el sueño, tal vez uno de esos que te hacen olvidar lo feliz que has sido hasta entonces, de esos que por mucho que lo intentes no puedes darle solución. Y a pesar de ello no nos rendiremos. Seguiremos avanzando hacia una vida mejor, una vida siendo una familia... Una vida feliz.

24/9/13

Una vida feliz: Parte I



Las sábanas descansan suavemente sobre su piel cubriendo sus piernas hasta la cintura. Llevo un rato observándola, admirando sus delicados rasgos, su piel fina y clara, como de porcelana, y su gesto tierno mientras duerme...
"Otra mañana a su lado." Sonrío al pensar en ello, en todas las mañanas en las que me despertaré a su lado y en los buenos momentos que nos quedan por vivir. La miro y me confirmo a mi mismo que esa es la vida que quiero. Una vida junto a ella. Que los días comiencen con un beso suyo en los labios y que el sol se ponga con nosotros fundidos en un tierno abrazo. Me sorprendo colocándole un mechón de pelo detrás de la oreja. Me río entre dientes recordando lo cursi y tonto que me parecía ese gesto que tanto aparecía en películas y series. Ahora, en cambio, me veo irremediablemente tentado a hacerlo.
Pienso en lo mucho que ha cambiado mi vida desde que la conocí. Para mejor. Sin duda para mejor. Hemos planeado ya tantas cosas... No puedo concebir una vida sin ella. "¡Vaya, otro tópico! No me importa, nunca he sido tan feliz." Planes, sueños, un futuro... Acaricio su rostro con el dorso de la mano y la deslizo hacia abajo recorriendo su cuello, su pecho desnudo... mi mirada se ensombrece momentáneamente pero sigo bajando rodeando su ombligo y deslizándome por debajo de las sábanas hasta su vientre. "Aquí, aquí se encuentra mi futuro." Sonrío travieso llevado por un impulso muy diferente y bajo más y más abajo. Me paro en seco. Noto humedad bajo mis dedos y un escalofrío me recorre el cuerpo. Quito las sábanas de un tirón y compruebo con horror que la humedad proviene de la sangre, la sangre de mi mujer extendiéndose sobre las sábanas y tiñéndolas de rojo.
-¿Sara? ¡Sara! ¡Despierta Sara! Respóndeme por favor- Grito desesperadamente mientras la sacudo contra el colchón intentando despertarla. No reacciona. Le doy en la mejilla con la palma de la mano. Nada. Permanece quieta, alarmantemente quieta. Rápidamente me estiro sobre ella para alcanzar la mesilla de noche y cojo el teléfono. "No es posible, no puede estar pasando" pienso mientras marco con dedos temblorosos el número de emergencias.

Mi mano sujeta firmemente la suya como si temiera que fuera a marcharse de un momento a otro y esa fuera la única manera de mantenerla a mi lado. Tiene puesta la bata del hospital y el pelo enmarañado por el ajetreo del viaje. Aun así, sigue estando preciosa. Paso mi mano por su pelo y la dejo descansar sobre su mejilla acariciándola con el dedo gordo. Entreabre los ojos y nuestras miradas se encuentran.
   - Hola - me susurra.
   - Hola.
Tarda solo unos segundos en darse cuenta de donde está e intenta erguirse inmediatamente pero el dolor se lo impide y vuelve a acostarse. Su mirada se dirige a su vientre y luego a mi con movimientos cada vez más nerviosos. 
    - ¿Qué-qué estamos haciendo aquí?¿Qué ha pasado?- Abro la boca para responder pero me doy cuenta de que tengo un nudo en la garganta. Había estado tan preocupado por su bienestar que no me había planteado que iba a hacer cuando despertara. No quiero hacerle daño y sé que esto le partirá el alma. Quiero protegerla, siento que es lo que debo hacer pero por primera vez en mi vida me siento totalmente impotente. No puedo ayudarla, no puedo cambiar nada y siento como mi mundo se viene abajo. Las lágrimas asoman en mis ojos pero las freno. Debo permanecer fuerte, fuerte por los dos.
    - ¿Es el bebé verdad?- Asiento muy despacio con la cabeza. Ella abre mucho los ojos y también se le       llenan de lágrimas.
   -¿Lo hemos perdido?- dice con un hilillo de voz. Apenas puede pronunciar estas palabras. El dolor le      invade y noto como se desmorona. Me veo obligado a contradecirle para aliviar su dolor aunque sé        que la alternativa es mucho peor.
   -No, no lo hemos perdido...- le digo casi en un susurro. Veo el alivio en su rostro, como se le relajan      los músculos y hace un amago de sonrisa pero yo en cambio mantengo mi expresión preocupada. Ella se da cuenta. Cierro los ojos y suspiro.
   -Cariño, ¿Qué ocurre? Me estás asustando. ¿hay algún problema verdad?- ha llegado el momento de contárselo.
   - Hay... hay complicaciones- Vuelve a abrir la boca para preguntar pero la detengo levantando la mano. Tengo que soltarlo todo de un tirón.
   - El embarazo no va como debería. Existe un riesgo muy grande de aborto y no es el único problema. Continuar con el embarazo supone ponerte en peligro Sara. Es posible que ni tu ni el bebé sobrevivais - Se me quiebra la voz al terminar la frase pero he conseguido decirlo.
Sara se ha quedado sin palabras. Me mira sin mirarme realmente mientras piensa en todo lo que he dicho.
    - Sara, no tenemos otra opción, tenemos que abortar- Vuelve la mirada hacia mi y se rinde al llanto. Llora desconsoladamente moviendo la cabeza de un lado a otro, negando.
    - Cariño...- me acerco a ella para consolarle pero me aparta a manotazos.
    - NO NO NO!- Le sujeto las manos hasta que deja de agitarse y finalmente, hunde su rostro en mi cuello. La rodeo con los brazos y la aprieto contra mi. "Saldremos de esta" Me repito una y otra vez.
    - Todo saldrá bien- le digo al oído. Y deseo con todas mis fuerzas tener razón.

Apoyo la cabeza en el marco de la puerta y echo un vistazo a la habitación. Ya es media tarde y la luz cálida del sol al atardecer se cuela por entre las cortinas que ondean por el viento creando sombras cambiantes que se reparten por toda la sala. Un armario con motivos infantiles descansa sobre la pared a mi derecha. Junto a él un caballo de juguete parece mecerse suavemente hacia delante y atrás. Está rodeado de unos cuantos peluches y uno de ellos, un osito marrón con ojos grandes y brillantes, mira en mi dirección. "Parece triste, como todo en esta habitación". En el centro mi esposa acaricia la superficie pulida de madera del borde de la cuna. Su mirada se pierde entre las sábanas. Tal vez imaginándose a un niño durmiendo bajo ellas o lamentándose porque nunca llegarán a estrenarse. Me acerco a ella y paso un brazo por encima de sus hombros pero se aparta y me da la espalda comenzando a andar y abandonando la habitación. Ya no sé lo que piensa, ya no.

Doy un sorbo a la copa que tengo enfrente degustando el sabor del vino y colocándola de nuevo sobre la mesa. Estamos sentados en la mesa del salón uno enfrente del otro y a una distancia que se me antoja excesivamente grande. "Es como cenar con un desconocido" Pienso mirándola mientras pincha un trozo de ternera de su plato si intención de llevarselo a la boca. "Pero no somos dos desconocidos, ¿Cómo ha ocurrido esto?¿Por qué ha levantado esta barrera entre nosotros.
    - Sara, odio sacar el tema tanto como tu pero tendremos que hablarlo ¿no?- Logro que me mire durante un momento pero no hay ninguna emoción en su rostro. En seguida vuelve a juguetear con el plato y me ignora. Yo suspiro una vez más y sigo hablando.
   - He llamado al doctor esta mañana. Quiere verte para valorar qué método es el más adecuado para realizar el aborto dadas las circunstancias...
Levanta la mirada repentinamente y sus ojos rebosan rabia.
     -¿Abortar? Que poco te ha costado decidir que quieres deshacerte de nuestro hijo- sus palabras destilan veneno y me sorprende tanto que me quedo con la boca abierta.
   - Sara, ¿de qué estás hablando? Ya hablamos de lo que significa continuar con el embarazo. ¡Es un suicidio!
    - ¡Y lo que quieres hacer tu es asesinato!¡Es también tu hijo, JODER!- Estoy petrificado y con el rostro ceniciento por su acusación. Hasta ahora había creído que hacía lo correcto. Estaba salvando a mi mujer y nuestro matrimonio.
    - Sara, yo...
    - He terminado y estoy cansada. Me voy a la cama.- la veo salir por la puerta y me quedo solo. Una vez más...

22/9/13

Para ti.

Seguro que te estarás preguntando quien te escribe esto. Supongo también que no le darás importancia, pero necesitaba hacerlo. Lo necesito porque esto me quema por dentro. Desde hace cuatro años que me duele. Hace cuatro años, cuando una amiga me dijo: ''Eh! Mira a ese chico!''. Desde ese momento en el que te vi. Todo empezó entonces y todavía no ha acabado. No sé muy bien qué tengo que hacer para que esto acabe. Tampoco estoy muy segura de si quiero que acabe. Solo sé que estando así no consigo nada. Únicamente sufrir.
He sido muy cobarde y todavía lo soy. Nada de eso ha cambiado, aunque intento hacer creer que sí. Pero es que todo esto me resulta tan difícil...Tanto como intentar estornudar con los ojos abiertos.
De verdad te digo que esto es real. Que al principio parecía una tontería, pero que ahora es mucho más. Que te me has metido muy adentro. No tengo ni la menor idea de cómo lo has hecho, pero te has ganado un hueco en mi corazón y en mi mente que no puedo reemplazar.
Que intento engañarme a mi misma y a los demás de lo que pasa por mi cabeza, pero que nada funciona. Nada hace que me olvide de ti. Eres mi puta obsesión joder.
Y estoy tan segura de todo esto porque incluso en mis peores días, tú eres capaz de alegrarme con estupideces. Porque consigues hacerme sonreír con solo verte pasar. Porque se me ilumina la cara y tú ni siquiera lo sabes.
Pero tu no te preocupes por nada. No tienes que sentirte mal. Porque todo esto es culpa mía. Es culpa mía que me fijara en alguien como tú. Es culpa mía que no lo parase cuando aún estaba a tiempo. Y también es culpa mía si no tengo lo cojones suficientes para decírtelo ahora.
No estoy queriendo decir que me arrepiento de haberlo hecho. Porque no lo hago. Aunque haya llorado por ti, mares. Sé que ha valido la pena. Por eso no me arrepiento. Y no lo hago porque tengo 16 años y sabía que esto iba a pasar tarde o temprano. De hecho, me gusta que haya sido temprano, porque dicen que esta es la mejor etapa de mi vida y no me gustaría haberla pasado por alto. Ahora sé que no lo he hecho.

9/9/13

Un vistazo al pasado

Un breve vistazo al pasado ¿y qué es lo que veo? De momento nada de lo que me sienta orgulloso de haber vivido, nada que me haga sentir que estoy aprovechando mi vida. De hecho, lo que siento es todo lo contrario. Tengo 16 años y en dos meses ya tendré los 17. Diecisiete años de mi vida que nunca volverán y que conforme pasa el tiempo veo como se van acumulando. Siento como si en los días en los que me encuentro “bien” estuviera viéndolos como en una burbuja, encerrado sin contacto con el exterior, con la realidad, y que el único motivo por el que no me preocupo de las cosas es sencillamente porque no las pienso, las ignoro, las entierro capa sobre capa con la intención de no desenterrarlas nunca, hasta que por alguna razón consiguen abrirse paso y salir de nuevo al exterior. Y no creo que la situación vaya a cambiar. No consigo ver más allá de mañana si no es para darme cuenta de que la vida que me espera no la quiero. Tengo la sensación y la seguridad de que con el paso de los años me iré dando poco a poco la razón hasta que no puedo hacer nada para remediarlo. Los días pasan y seguirán pasando esté o no preparado.
Vivo por el simple hecho de vivir, esperando, siempre a la espera de que ocurra algo. Algo que me cambie la vida, que la ponga del revés, que toda la mierda caiga para volver a empezar de nuevo. Quiero ese cambio y lo quiero ahora. No quiero desaprovechar mi vida. Quiero poder llegar al día en el que mire atrás y me sienta orgulloso de lo que veo. Quiero darle sentido a mi vida, ponerle un rumbo y no parar por nada. Desearía que llegara ese día y poder decir orgulloso: “Esta vida no la cambiaría por nada.”

3/9/13

Ansias de sangre

Me sentía como si flotara inmerso en una espesa nube negra que impedía que la luz llegara a mi retina y que ningún sonido atravesara su espesura. Ningún ruido, ninguna sensación, nada. Todo estaba en profunda calma…. Y entonces desperté.
Lo primero que sentí fue un peso descomunal que surgió sobre mí, aplastándome y asfixiándome. La misma nube negra parecía haberse condensado conmigo dentro. Intenté llevar aire a los pulmones inspirando profundamente por la boca y apenas la había abierto cuando esa materia extraña se vertió en mi interior. No resultó tan extraña cuando comprendí lo que era, tierra. La necesidad de respirar se me hacía insoportable y los vanos intentos de satisfacerla resultaban en involuntarios espasmos provocados por el miedo y la histeria. Las fuerzas me abandonaban y con ellas toda esperanza. La falta de oxigeno nubló por completo mis sentidos y mi conciencia cayó de nuevo en un profundo sueño…
Calma… un movimiento apenas perceptible, mi movimiento. Calma… ya no tengo miedo, ya no siento nada… y de pronto una sensación asoma, se extiende, me engulle, me devora… el hambre. Agitación, movimiento, histeria, deseo… lo deseo, tengo hambre. Algo me lleva a actuar sin voluntad propia pero de verdad lo quiero, lo ansío, quiero tenerlo.
Un gran estruendo, un golpe, todo sucede muy rápido y al momento me encuentro tumbado sobre la tierra húmeda. El contacto con el aire me recuerda que debo respirar pero algo no va bien, mi cuerpo se resiste, mi tráquea se cierra, se obstruye y me ahogo, creo ahogarme. Me asusto, lucho por abrir paso al aire mientras tanteo en la oscuridad lo que me rodea, buscando ayuda. Intento erguirme pero los músculos no me responden, avanzo un paso y caigo de bruces al suelo.
Noto la humedad de la tierra en la mejilla, el olor del rocío sobre la fina hierba, la ligera y fresca brisa que acaricia mi rostro… y de nuevo aparece, el viento parece llevar su esencia y me señala el lugar donde se encuentra. Me levanto y esta vez no pierdo el equilibrio. Doy un paso y luego otro, siguiendo la estela de ese olor, ese perfume tan embriagador… A medida que avanzo sorteo lo que parecen grandes piedras alzándose sobre la tierra y que me dificultan el paso. Alzo la vista al cielo y me quedo maravillado ante su esplendor: Diminutos puntos luminosos perforan su superficie y en el centro de este una enorme esfera de luz, tan hermosa como imponente, la cual baña con su fulgor todas y cada una de las figuras revelando sus intrincadas formas, unas más grandes que otras pero todas rectangulares y una detrás de otra.
Al fondo, detrás de una arboleda algo se mueve. Dirijo mi mirada hacia allí al mismo tiempo que una leve ráfaga de viento llega hasta mí transportando ese inconfundible aroma. Noto unas punzadas en el labio y al momento el sabor metálico de la sangre provocando un cosquilleo en mi garganta. Flexiono las rodillas y me coloco con las manos apoyadas sobre el césped, esperando... Cierro los ojos, la boca ligeramente entreabierta y proyectando todos mis sentidos hacia aquel lugar. Escucho atentamente todos los sonidos de la noche: El viento, las hojas, los grillos... un corazón, el bombeo incesante de un corazón. “Ahí esta”. Doy un gran salto, corro, mis pies apenas tocan el suelo y sin embargo avanzo. Prácticamente vuelo y la sensación es impresionante. Me aproximo rápidamente y en unos segundos aterrizo tras un árbol grande apoyando mi espalda en su corteza. El árbol me oculta completamente pero apenas puedo reprimir la ganas irresistibles de hacerme con mi presa. Algo llama mi atención, algo acaba de cambiar... escucho y compruebo extrañado y excitado que el bombeo se ha acelerado. Los latidos resuenan en su pecho fuertemente aumentando notablemente mi agonía. No puedo soportarlo más y me vuelvo rodeando al árbol. No he avanzado ni dos pasos cuando me paró en seco.
Frente a mí, a pocos centímetros, se encuentra la cara de un joven que al verme torna en un gesto de sorpresa y horror. Apenas unos centímetros de distancia, apenas un suspiro nos separa... Un rostro hermoso, una piel pura y blanquecina, una arteria fina y frágil que surca su cuello. El más profundo placer al sentir su vida fluyendo y vertiéndose por mi garganta...

31/8/13

Tiempo

Creo que ha llegado la hora de ser sincera conmigo misma. No puedo modificar lo que siento. No aún. Y estoy perdiendo el tiempo si lo intento, porque nada va a cambiar.
Con nadie me había pasado esto, y ahora que me encuentro en esta situación, totalmente nueva para mí, estoy perdida. Porque no sé qué es lo que debo hacer, ni lo que está bien o lo que está mal. Tan solo un remolino de sensaciones contradictorias que, la mayor parte del tiempo, me llevan a lo más hondo.
Y yo me dejo arrastrar. Pienso en las cosas una y otra vez sabiendo que me hacen daño. Es así. Un círculo vicioso que nunca parece romperse. Putos prejuicios que no sirven para nada.

18/8/13

Ese lugar

Yo vivía feliz en mi burbuja rosita. Y todo se rompió de pronto. Algún cabronazo con afán de protagonismo me la petó en la cara. Sentí un vacío húmedo y profundo en el interior de todo. En mi interior. Me sentí totalmente perdida, sin saber adonde ir; si coger la derecha o atajar por la izquierda; ni si ir en línea recta o dando bandazos.
Tú apareciste delante mío y me guiaste hasta un lugar seguro, antes de rozar con tus labios mi cuello y decir dos palabras. Las dos palabras más bonitas que han salido de tu boca nunca; las que, cuando están juntas, provocan ese latido dentro de mi.
Aún maldigo el momento en el que me desperté de ese sueño. Uno de los mejores sueños que he tenido, pero también una de mis peores pesadillas.

14/8/13

Hazlo

Es muy fácil decir que estás cansado y acabar con todo, rápido. Muy rápido. La cuchilla te aprieta, y entonces es cuando te das cuenta de que va en serio. Muy en serio. Tan en serio como la vida. Osea, que no es como la ''ronda de prueba'' en un juego de cartas. Vas a hacerlo. Quieres hacerlo. Pero el miedo te lo impide. Estás tan acojonado que no puedes hacer otra cosa que llorar. Cada músculo de tu cuerpo se ha paralizado y sudas. Sudas mucho. Al mismo tiempo te desprecias por no ser lo suficientemente valiente como para ser capaz. Tu cabeza es un jodido galimatías. Piensas en todo y a la vez en nada. Pero sabes que es lo que tiene que pasar. Nadie va a estar para salvarte. Quizá eso demuestre que es lo que debe ocurrir. Tienes que dejarte tragar por ese agujero negro que te absorbe cada vez más. Deja de ser cobarde por una vez en tu vida. Hazlo.