Arrugo el papel y lo rompo en pedazos.
Ya van cuatro así y se van acumulando en la papelera. Cierro los ojos
y lo vuelvo a visualizar. Los abro y deslizo el lápiz sobre un nuevo
folio de papel. Dibujo el contorno de la cabeza, una fina linea de la
nuca a la barbilla. Pequeños trazados donde irán los ojos, la nariz
y la boca. Esos labios... ¿Cómo se puede plasmar esa perfección?
Muy fácil, no se puede. Horas frente al papel y lo único que he
conseguido son tristes bocetos, meras sombras de algo que posee luz
propia. Me regaño a mi mismo por no saber hacerlo. No puedo pensar
en otra cosa, en nadie más. Tengo su imagen grabada a fuego en mi
mente y, sin embargo, soy incapaz de llevar esa imagen al papel.
Desde pequeño he dibujado todo tipo de cosas, reales e imaginarias
¿Qué cambia ahora? Tan solo son lineas, luces y sombras. Sigo
dibujando mientras repaso cada uno de sus rasgos, de sus defectos, de
sus virtudes, de cada imperfección que la hace más perfecta
todavía:
Unos ojos de un azul intenso, con una profundidad que ni los buceadores más expertos se atreverían a alcanzar. Yo, en cambio, me sumergiría sin pensarlo en ese mar y vería todo lo que se esconde detrás. Unos labios ardientes, anhelantes, deseosos, hambrientos, guardianes de las dos palabras claves que abren mi corazón... Ya he terminado. Levanto el papel y sonrío y con un fuerte tirón lo rompo por la mitad. Por fin lo he entendido. No puedo igualar algo único. No puedo plasmar el amor que siento, demasiado grande para caber en una finísima hoja de papel.
Unos ojos de un azul intenso, con una profundidad que ni los buceadores más expertos se atreverían a alcanzar. Yo, en cambio, me sumergiría sin pensarlo en ese mar y vería todo lo que se esconde detrás. Unos labios ardientes, anhelantes, deseosos, hambrientos, guardianes de las dos palabras claves que abren mi corazón... Ya he terminado. Levanto el papel y sonrío y con un fuerte tirón lo rompo por la mitad. Por fin lo he entendido. No puedo igualar algo único. No puedo plasmar el amor que siento, demasiado grande para caber en una finísima hoja de papel.
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