Tú apareciste delante mío y me guiaste hasta un lugar seguro, antes de rozar con tus labios mi cuello y decir dos palabras. Las dos palabras más bonitas que han salido de tu boca nunca; las que, cuando están juntas, provocan ese latido dentro de mi.
Aún maldigo el momento en el que me desperté de ese sueño. Uno de los mejores sueños que he tenido, pero también una de mis peores pesadillas.
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